Pelicans y la necesidad de morir


(2 / ago / 2020) - Para morir por algo necesitas tener una causa. Y New Orleans Pelicans no tiene causa ni ganas de morir. El resultado es un equipo indolente que, salvo un milagro en el próximo partido frente a Memphis, su paso por la burbuja de Orlando habrá sido un enjuague para la NBA, que necesitaba llevar al “número 1” del Draft, pero que ahora mismo no está listo para competir.

Y eso, debo confesar, es algo que me ha sorprendido. El último tramo de liga regular de Pelicans, antes del parón por el covid, no fue malo. Incluso, con la elección de Brandon Ingram para el partido de las estrellas, y el más o menos buen reinicio de temporada de Zion Williamson, invitaba a soñar de verdad con los playoffs. Pero solo han pasado dos partidos para darse cuenta de que a esta franquicia le queda algún año de maduración.

Además, hay un factor que empieza a desestabilizar: el futuro de Zion. La prensa local de New Orleans no entiende muy bien qué está pasando con el asunto de la restricción de minutos, sobre todo cuando te juegas todo en 10 días y, si no logras el objetivo, estarás sin competir varios meses, sumados a los que ya se ha estado parado. ¿Va a vivir Zion eternamente en su propia burbuja?

Básicamente porque se ha visto que es un jugador que necesita continuidad y ritmo para hacer valer su explosividad. De lo contrario, solo es alguien regordete que no vale para nada. Nada de nada. Si a eso se suma que muchos han adivinado como sacarle faltas en ataque, o cómo hacer que su juego al poste no tenga valor… mal asunto.

En cuanto a la dupla Ball-Ingram, más de lo mismo. Se ven como jugadores que necesitan dinámicas ganadoras para poder funcionar. Pero claro, lo jodido es tener esas dinámicas en un equipo que, por ahora, está diseñado para perder. Y eso es lo que más jode.

Alvin Gentry dice que todavía hay esperanza. Qué va a decir, le va el sueldo en ello. Pero la realidad es que en el último encuentro, en cada balón disputado era una vergüenza ver a cualquier “pelican” disputar un balón con Patrick Beverley. Si eso no cambia, fuera. Y esto huele a reconstrucción cogida por los pelos.

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